martes, 11 de enero de 2011

La familia Howard

Leslie y Ruth Evelyn Martin se conocieron en un salón de te. Él acababa de entrar en la caballería británica y se disponía a tomar algo con sus compañeros. Ella, por su parte, disfrutaba de una jornada en pandilla. Ninguno de los dos se esperaba que, aquella tarde entre amigos, determinaría sus vidas para siempre.

Contrajeron matrimonio en 1916. Su primer hijo, Ronald Howard, llegaría al mundo en 1918. Más tarde, en 1924, nacería Leslie Ruth Howard (conocida como Doodie).

    Leslie y su esposa durante un torneo de polo

Ruth se armó de paciencia y aceptó los constantes coqueteos de Leslie con otras mujeres. Mirna Loy, Mary Pickford, Conchita Montenegro... son sólo algunos nombres de una lista que podría ser más amplia.

  Ann Harding, Leslie Howard y Myrna Loy en "The animal kingdom" (1932)

Según sus hijos, Leslie veía a Ruth como una pieza indispensable en su vida. Ella se encargaba de apoyarle, de organizar y ordenar su día a día. A pesar de sus líos con otras actrices, Leslie creía en la familia como el eje central de su vida.

Los últimos años de su matrimonio fueron especialmente extraños. Leslie tenía una secretaria, llamada Violette Cunnington, quien también era su amante. Podemos verla interpretando un pequeño papel en la película protagonizada por Howard "Pimpinela Smith" (1941).

Leslie pasaba los fines de semana con Ruth y los chicos en la casa familiar y entre semana vivía con Violette en otra vivienda. Supuestamente, ambas mujeres habrían acordado esta situación. Violette murió en 1942 de neumonía y fue Ruth quien apoyó y sacó adelante a un Leslie devastado.

El 7 de Noviembre de 2004, Olivia de Havilland (Melania en “Lo que el viento se llevó”) respondía de esta forma a Anita Gates, de The New York Times, sobre el rumor de un  posible affair con Leslie durante el rodaje de la película:

Cuando estábamos grabando, Leslie tenía una amante. Su nombre era Violette Cunningham y estaban locamente enamorados. Después oi que ella falleció siendo muy joven, de neumonía... y que él estuvo desolado".


En cuanto a sus hijos, tanto Ronald como Doodie siempre se deshicieron el elogios hacia su padre. Ambos escribieron sendas biografías: “In search of my father: a portrait of Leslie Howard” y “A quite remarkable father”.

Doodie se casó a los 17 años con un militar, Robert Dale Harris y tuvo tres hijos. Hoy en día lleva una vida apacible en Toronto.

Leslie y su esposa junto a su hija Doodie

Leslie acompaña a Doodie en el día de su boda

Por su parte, Ronald decidió seguir los pasos de su padre y probar suerte como actor. Trabajó como extra en “Pimpinela Smith” (1941) y también en varias películas de serie B de los años 50 y 60 como “La maldición de la momia” (1964). Principalmente se le conoce por su papel en la serie de televisión “Sherlock Holmes” (1954). Murió en Londres en 1966.

Ron Howard caracterizado como Sherlock Holmes




lunes, 10 de enero de 2011

Chico de portada

Algunas portadas de revistas y carteles de películas protagonizadas por Leslie Howard.














El arma más fuerte del Estado

A lo largo de la historia hemos sido testigos de la peculiar relación mantenida entre algunos dictadores y el mundo del cine. Mussolini, Hitler, Stalin o Franco... se volcaron en el control de la industria cinematográfica nacional durante sus mandatos. Ello afectaba directamente a las cuotas de pantalla, los créditos, los noticiarios... Absolutamente todo debía pasar su visto bueno.

Resulta curioso como todos se presentaban como amantes del cine. Mussolini se encargó de inaugurar los estudios de Cinecittà y Hitler encomendó a Leni Riefenstahl la labor de transmitir el sentir del partido y del pueblo ario a través de un par de destacados documentales. Por su parte, los soviéticos fueron los primeros en hacer uso del cine como arma política. Según Stalin, a quien le encantaba verse en pantalla, el cine “representa una fuerza de valor incalculable. Poseyendo medios de acción ideológica sobre las masas, ayuda a la clase obrera y a su partido a educar a los trabajadores, a organizar a las masas con vistas a las luchas por el socialismo, a aumentar la cultura y a potenciar su combatividad política”.

                Mussolini, durante la inauguración de Cinecittà en 1937

Hitler junto a la cineasta Leni Riefenstahl

En cuanto a España, sabemos que Franco solía realizar grabaciones amateur con una cámara Pathe Baby. Experimentó como operador detrás de las cámaras y también se situó delante de las mismas a las órdenes de Francisco Gómez Hidalgo, participando en la película “La mal casada” (1926), donde aparece interpretándose a sí mismo junto a otras personalidades de la época.

  Franco comparte mesa y plano de "La mal casada" con su amigo Millán Astray

Su afición por el séptimo arte le llevó a transformar el teatro del Pardo en una gran sala de proyecciones y a surtir de material y recursos de todo tipo al Departamento Nacional de Cinematografía. Bajo el pseudónimo de Jaime de Andrade, firmó el guión de la película “Raza” (1941), dirigida por José Luis Sáez de Heredia. Volvería a colaborar con este director en “Franco, ese hombre” (1964).



Además de estas películas, sus apariciones en el NO-DO fueron frecuentes. Según relata Hemeterio Díez Puertas en su libro “Historia social del cine en España”, la amistad entablada entre Franco y Ramón Sainz de la Hoya (técnico de sonido del NO-DO) sería tan estrecha, que les llevaría a mantener “largas conversaciones sobre filtros de cámaras y emulsiones de películas”. Así pues, queda claro un cierto interés por parte del dictador hacia el audiovisual, ya fuese como herramienta propagandística o como puro entretenimiento.


Retomando el tema del afán de control, propio de toda dictadura que se precie, cabe recordar el hecho de que miles de cintas fuesen prohibidas y censuradas durante la dictadura franquista, en una sucesión de cortes implacables de los que no se libró ni “Sor Citroen”.

Una de esas películas, primero prohibida y después censurada fue “Lo que el viento se llevó”, por la supuesta “vida de lascivia” que practicaba el personaje de Escarlata. Franco la visionó en febrero de 1943, meses después de la visita de Leslie Howard a Madrid, aprovechando que Estados Unidos la había importado para llevar a cabo una sesión patriótica a favor de los aliados. Finalmente llegó a los cines españoles en 1950, once años después de su estreno.

No fue hasta el fin de la dictadura cuando el gran público pudo disfrutar libremente de todas aquellas obras de las que se había visto privado durante años. Parece ser que ciertas películas podrían ejercer una inconveniente y negativa influencia sobre los valores promovidos... Y es que, ya lo decía Mussolini “la cinematografia è l’arma più forte dello Stato”.




domingo, 9 de enero de 2011

Propaganda antinazi

Si hablamos de títulos como “Los invasores”, “El Gran Mitchell” o “Pimpinela Smith”, nos estaremos refiriendo a los últimos trabajos cinematográficos de Leslie Howard. Se trata de películas en las que Howard no sólo participó como actor, sino también como productor e incluso director en las dos últimas. Todas ellas, además de su colaboración, presentan un rasgo común: su claro mensaje antinazi.

Anton Walbrook, Laurence Olivier y Leslie Howard en una
escena de "Los invasores": Michael Powell, 1941

A lo largo de su carrera, Leslie se dedicó a difundir su postura en contra de la Alemania nazi. Escribió artículos en diarios y revistas, fue invitado a participar en conferencias en varios países e incluso colaboró, entre otras emisiones, en el programa de radio de la BBC "Britannia os habla", dirigido al público americano que se mantenía al margen del conflicto.


Mientras Leslie llevaba a cabo su labor, tratando de concienciar al mundo sobre la tragedia europea, alguien se retorcía en Alemania. Una importante figura del régimen, amigo íntimo de Hitler, no disimulaba su odio hacia nuestro protagonista. Se trataba nada más y nada menos que de Joseph Goebbels, quien no dudaba en referirse a Howard como: “el más peligroso propagandista británico”, lo que podría haber llevado al actor a ocupar un lugar privilegiado de su lista negra.


Pero Leslie no estaba solo. A principios de los años cuarenta, Hollywood se caracterizaba por mantener una firme postura antitotalitarista (llama la atención la abundancia de personajes malvados con apellidos alemanes en el cine de la época). Hasta Walt Disney, que posteriormente se convertiría en delator, realizó un corto de animación antinazi: “Der Fuehrer’s face”. Todo esto tiene lugar antes de la caza de brujas que supondría el fin de muchas carreras cinematográficas... y de la cual Leslie no llegaría a ser testigo.

Leslie Howard en el set de Pimpinela Smith (1941)

 


sábado, 8 de enero de 2011

La familia Stainer

Leslie Howard Stainer provenía de una familia judía asentada en Londres. Sus padres, Ferdinand Steiner y Lilian Blumberg, eran inmigrantes húngaros. Al llegar a Inglaterra, ella cambió su apellido por Howard (el cual después sería adoptado por Leslie). Su matrimonio no estuvo bien visto por los padres de ella, con lo que la joven pareja decidió emigrar a Viena siendo Leslie un bebé. Volvieron a Inglaterra al cabo de un tiempo, cuando los asuntos familiares se fueron suavizando, para establecerse en Forest Hill.

Ferdinand consiguió un trabajo de agente de bolsa y Leslie comenzó a estudiar en la prestigiosa escuela Alleyn’s School de Londres.

Alleyn's School

Con el comienzo de la I Guerra Mundial, la familia decidió cambiar su apellido, querían que sonase más alemán, así que variaron una vocal del mismo para pasar a ser "los Stainer".  

Además de Leslie, Ferdinand (Frank) y Lilian tuvieron tres hijos más: Arthur (actor de comedia), Doris (profesora) e Irene (directora de casting de la Metro, participando, entre otras muchas películas, en Ben - Hur, Doctor Zhivago o Blow Up).

Arthur Howard (abajo, derecha) es atacado en una foto promocional de Bottoms Up (1960)

Irene y Leslie Howard



viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Un doble de Churchill a bordo?

"El avión regular estaba a punto de dejar Lisboa, cuando un hombre de fuerte complexión, fumando un puro, apareció en el aeropuerto. Los agentes alemanes creyeron que yo estaba a bordo".

Con estas palabras, Winston Churchill determina en sus memorias su teoría sobre los motivos del ataque alemán al vuelo comercial 777 en cielos gallegos.

A finales de Mayo de 1943, Churchill se encuentra en Argelia, planeando su viaje de vuelta a Inglaterra tras haberse reunido con Roosevelt en tierras africanas. El viaje, que preveía una escala en Gibraltar, se antojaba peligroso ante una posible amenaza alemana.


El 1 de Junio, un avión salía de Lisboa rumbo a Inglaterra. En él, junto a Leslie Howard, viaja su representante e íntimo amigo, Alfred T. Chenhalls.


Lo cierto es que Chenhalls, a simple vista, guardaba un cierto parecido con Churchill. Su forma de vestir, el cigarro habano siempre entre los dedos, su complexión física gruesa y una avanzada calvicie conformaban sus principales señas de identidad.

Alfred T. Chenhalls en su última foto, días antes de morir,

Por otro lado, si nos fijamos un poco, también el propio Leslie Howard podría parecerse al asistente de Churchill, Walter H. Thompson. Ambos altos, espigados, con físicos similares...

Churchill junto a su asistente, Walter H. Thompson

Finalmente, el viaje de Churchill de vuelta a casa se produjo, dentro de toda la normalidad posible, el 5 de Junio. Cuatro días antes, en la torre de control de Whitchurch, Inglaterra, un último mensaje fue recibido por parte del comandante del vuelo 777: "¡Estamos siendo atacados por aviones enemigos!".
 
 
 
 

jueves, 23 de diciembre de 2010

El marino y la princesa del Pacífico

Leslie y Conchita Montenegro habrían vivido un romance durante el rodaje de Prohibido de W. S. Van Dyke. Corría el año 1931. Ella contaba 19 años. Él, a sus 38, llevaba quince casado con Ruth Evelyn Martin. Ambos eran unos recién llegados a Hollywood en búsqueda del sueño americano.


En la película, él interpretaba a un seductor marino. Ella, a una guapa nativa de una paradisíaca isla del Pacífico, la cual no podría sucumbir a sus encantos.


Cuatro años más tarde, Conchita deja Hollywood y vuelve a Europa para participar en varias producciones italianas y francesas. Contrae matrimonio con su primer marido, Raoul Roulien, del que se separa al poco tiempo. Años más tarde vuelve a casarse, esta vez con un alto cargo franquista, Ricardo Giménez Arnau.


Mientras tanto, Leslie continuaría trabajando en América, donde le van ofreciendo papeles en producciones de mayor relevancia. Su matrimonio con Ruth permanecerá inalterable hasta el momento de su muerte.